En la era digital, la industria del monitoreo de medios y el análisis de datos está experimentando una transformación profunda e ineludible. Las organizaciones tradicionales como la FIBEP, que históricamente han jugado un rol clave en la negociación de derechos de autor y acceso a contenidos de medios, se encuentran frente a un desafío sin precedentes. Esta revolución está impulsada por la adopción de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial, que no solo agiliza el procesamiento y análisis de grandes volúmenes de datos, sino que también ofrece perspectivas más profundas y personalizadas. Además, la emergencia de medios más pequeños, dotados de agilidad y capacidad para generar contenidos de alta calidad, está redefiniendo el paisaje mediático. Estos nuevos actores están desplazando los modelos tradicionales con una oferta más diversa y adaptada a las necesidades específicas de la audiencia de hoy. Este cambio representa no solo un desafío para las estructuras establecidas, sino también una oportunidad para la innovación y el desarrollo de nuevas estrategias en el monitoreo y análisis de medios.
Reflexión sobre la carta de la FIBEP y su cambio de postura
Como experto en el campo, coincido con la postura actual de la FIBEP, aunque resulta irónico que defiendan una idea que he sostenido durante años, justo en un momento en que su hegemonía en las negociaciones está amenazada. Los medios, al generar contenido a partir de historias ajenas, se enfrentan a un dilema similar: se resisten a que sus historias sean analizadas sin consentimiento, mientras explotan las historias de otros.
En resumen, aunque apoyo la postura actual de la FIBEP, es importante reconocer que este cambio parece ser una reacción a la amenaza que representan las nuevas tecnologías y no una evolución natural de su filosofía. Los derechos de autor representan una complejidad financiera, legal y administrativa que frena el avance tecnológico. Aunque tarde, es un paso en la dirección correcta, pero uno que yo ya había anticipado hace 18 años.
Los Derechos de Autor y su Impacto en la IA y el Big Data
La comunidad tecnológica coincide en que el contenido y los datos son fundamentales para el avance de la inteligencia artificial (IA). Una de las barreras principales en este campo son los derechos de autor, que pueden limitar el acceso a datos valiosos. Los medios de comunicación están empezando a entender que al abrir sus contenidos a la IA y al Big Data, pueden aumentar significativamente sus probabilidades de éxito en nuevos modelos de negocio. Esta apertura no solo alimenta el desarrollo de tecnologías avanzadas, sino que también abre nuevas vías de monetización y alcance para los medios.
Aquellos que se resisten a esta tendencia y se cierran a la necesidad de compartir datos, corren el riesgo de ser superados por nuevos medios y plataformas con una gran capacidad para generar y compartir contenidos informativos. La adaptación a esta nueva realidad es crucial para la supervivencia y el éxito en la era de la información y la tecnología.
En Trawlingweb, abogamos por un cambio en la perspectiva tradicional de los derechos de autor para adaptarla a un mundo que exige un acceso constante a grandes volúmenes de datos. Las recientes declaraciones de Sam Altman sobre la dificultad de entrenar IA sin violar los derechos ["] de autor resuenan con lo que yo mismo defendí entre 2006 y 2007, cuando argumenté ante el Ministerio de Cultura de España y ante la Asociación de la Prensa que el paradigma tecnológico emergente requiere un enfoque constructivo en materia de propiedad intelectual, donde la prohibición no es la solución.
Advirtí que sin un cambio, gigantes tecnológicos como Google, Microsoft y Amazon seguirían dominando, mientras que las empresas emergentes españolas y europeas se verían perjudicadas.
Por lo tanto, este cambio es esencial para impulsar la innovación y el crecimiento en la era del Big Data y la IA. Adoptar nuevos modelos de negocio que equilibren los intereses de los creadores de contenido y las empresas de software beneficiaría a todo el ecosistema. Los grupos editoriales, al adaptarse a estas dinámicas, pueden reducir costos y asegurar su futuro en un mercado en evolución.
La clave es hallar un equilibrio que proteja los derechos de los creadores de contenido y, al mismo tiempo, facilite el acceso a los datos necesarios para el avance tecnológico.
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